Hispanic Link News Service

24 de mayo de 1998

El mito de la Calle Nueve: ¿Quien habla por los padres Latinos?
Por JAMES CRAWFORD

Las anécdotas pueden ser poderosas. A diferencia de la investigación académica o de las estadísticas, las primeras destacan el efecto humano de las decisiones sobre cursos de acción públicas.

Pero también pueden ser peligrosas. ¿Qué tal si la anécdota es sólo un acontecimiento aislado, un relato engañoso que deja de representar una verdad mayor? Y, ¿qué tal si la propia anécdota no es cierta?

"La Enseñanza Bilingue Está Fracasando, Dicen los Padres''. "80 Estudiantes Permanecen Fuera de la Escuela en un Boicot Latino'' ... "Los Padres y las Madres Procuran Más Clases de Inglés Solamente''...

Esos titulares, que relatan un enfrentamiento en el 1996 en la Escuela de la Calle Nueve de Los Angeles, han aparecido por todo el país. Según los informes de noticias, los padres de familias inmigrantes se sentían tan desilusionados con un plan de estudios primordialmente en español y una burocracia irresponsable que sacaron a sus hijos de la escuela para exigir la enseñanza en inglés.

Dos años después, todavía estamos oyendo sobre el boicot de la Calle Nueve. Se le ha destacado en un sinnúmero de informes de noticias sobre la Propuesta 227, la campaña para "eliminar la enseñanza bilingue en California para junio de 1998''.

Para los que abogan por la propuesta, este incidente les cayó del cielo. El multi-millonario Ron Unz dice que eso lo inspiró a auspiciar la llamada iniciativa de "Inglés para los Niños''. El lanzó su campaña y estableció sus oficinas principales en la vecindad de la Calle Nueve. En anuncios radiales, Unz cita a un padre que participó en el boicot para ilustrar la oposición de los latinos a la enseñanza bilingue.

Como teatro político, el relato de la Calle Nueve no podría haber sido más útil a los defensores del inglés solamente si lo hubieran redactado y preparado ellos mismos. En verdad, eso es exactamente lo que hicieron.

La protesta contra la enseñanza bilingue fué encabezada por Alice Callaghan, una activista local que dirige una guardería cerca de la escuela. Casi todos los padres involucrados eran trabajadores de bajo sueldo, recien llegados de México, que dependían de los servicios de Callaghan.

Antes del boicot, cada uno de estos padres habían dado permiso por escrito para la enseñanza bilingue, según dice la Directora, Eleanor Vargas Page. Si solamente hubieran llegado y preguntado, dice ella, podrían haber matriculado a sus hijos en el programa alterno de enseñanza intensa del inglés. Después de todo, el derecho de los padres para hacer esa selección está garantizado por ley en California.

Desde luego, esta solución sencilla no habría producido un enfrentamiento -- ni los titulares sensacionales que le siguieron.

La directora pensó que le habían tendido una emboscada. "Me sentí estremecida'', recuerda ella. "El conflicto no era aquí en la escuela. Las quejas fueron iniciadas por Alice Callaghan, no por los padres de familia''.

Antes de que la directora Vargas llegara hace cinco años, la escuela de la Calle Nueve había sido una con dificultades. Todavía enfrenta obstáculos enormes para prestar servicios a una comunidad empobrecida, en la que la mitad de los 460 estudiantes se hallan clasificados como "sin hogar'' y el 92 por ciento tienen solamente conocimiento limitado del inglés.

Para 1996, no obstante, las mejorías eran claramente evidentes. Las calificaciones de los niños en los exámenes de logros en el idioma inglés estaban aumentando -- hasta un 35 por ciento en cuatro años. El programa bilingue estaba proporcionando por lo menos dos horas de inglés cada día, con la cantidad de español disminuyendo hasta que los estudiantes estuvieran listos para las aulas de clases totalmente en inglés, normalmente para el 4x o 5x grado.

Vargas Page invitó a los padres del boicot a entrar y hablar sobre la enseñanza bilingue -- su raciocinio y sus resultados para enseñar inglés -- de modo que ellos pudieran adoptar una decisión informada para sus hijos.

Pero Callaghan les aconsejó que se quedaran fuera antes de enfrentarse al "hostigamiento'' por parte del personal de la escuela. Ella circulo' un permiso escrito en inglés entre los padres de habla hispana para que se dieran clases solamente en inglés. Después, a varios días de comenzar el boicot, Callaghan presentó estas firmas. Aún después que la escuela estuviera de acuerdo, ella mantuvo a los estudiantes fuera de la escuela durante dos días más.

Sin duda que algunos padres y madres estaban convencidos sinceramente de que la enseñanza bilingue tenía la culpa de los problemas académicos de sus hijos. Pero otros, según dice Vargas Page, le confiaron que "no tenían otra alternativa'' que realizar el boicot, "o de lo contrario perderían la guardería infantil gratis''.

Callaghan niega haber hecho tal amenaza. Cualquier cosa que fuera lo que se dijo, sin embargo, dichos temores no son difíciles de comprender entre un grupo vulnerable cuyas acciones estaban siendo usadas para fines políticos.

¿Qué quieren los inmigrantes realmente para sus hijos? Una encuesta reciente hecha por los medios informativos en español de Los Angeles halló que el 88 por ciento de los padres latinos de la ciudad que tienen hijos en los programas bilingues creen que los mismos son beneficiosos.

Empero, Unz y Callaghan procuran explotar un conflicto preparado de antemano -- que involucra a una minoría de padres de una sóla escuela, de las 8,000 que hay en California -- para que se apruebe una medida que limitaría gravemente el derecho de todos los padres y las madres a seleccionar la enseñanza bilingue. Con la Propuesta 227, ellos impondrían un enfoque de inglés solamente que no ha sido sometido a prueba, al prometer el dominio del inglés en un año.

¿Cómo funcionó este experimento en la Calle Nueve? Más de un año después que 74 niños fueran sacados de las aulas de clases bilingues, sólo dos de ellos -- menos del 3 por ciento -- fueron examinados y declarados diestros en inglés.

Segun las mismas normas de Ron Unz, esa es una "tasa de fracaso'' del 97 por ciento. También es un anticipo de lo que podrían esperar 1.5 millones de niños de California si se aprobara la propuesta.